domingo, 29 de enero de 2012

El Angelo

El club Angelo, un distinguido salón, es como mi segunda casa. Nada más entrar en la sala percibes su exquisita decoración y su ambiente selecto. Allí he conocido a gente realmente interesante, el General Sáez de las fuerzas aéreas del ejército español, el Duque de Lugo Jaime de Marichalar, y otras gentes de la más distinguida nobleza, a la cuál también pertenezco, pues heredaré de mi padre el título de visconde de Fornnings y de mi madre el título de Marqués de Gertignon. Mientras avanzo a través de la sala, llena del humo de las pipas y puros de Marqueses, Condes y algún que otro príncipe europeo, voy saludando a mis amigos y conocidos (muchas veces he visto también a ministros como Zaplana y Mayor Oreja) mientras me acerco a una mesa y tomo asiento. Escucho el lejano susurro de una música débil y el constante chocar de copas, cargadas con las más caras variedades de Champagne y Coñac. Se acerca el camarero y me pregunta.

- ¿Qué desea tomar hoy el Señor?

- Nada, diga que venga sin más dilación mi preferida.

Ya os lo habreís imaginado, el club Angelo es un prostíbulo. Entonces viene mi preferida.

- Hola Carlota, hace tiempo que no te veía, esta semana la he tenido muy ocupada.

Sí, Carlota es la chica de la que hablé en una ocasión, es un poco duro pagarle a una ex-novia para obtener lo que una vez era gratis. Aunque ahora que hago números, ciertamente, esta relación me sale mucho más barata.